Algunas circunstancias de la vida nos hacen madurar y tener conciencia de lo valioso que es existir. Con la suma de experiencias vividas uno va transformándose.
A partir del accidente que tuve, cambié para bien. Se alteró la dimensión del valor que le designaba a la vida. Logré, desde ese entonces, mirar de forma más objetiva los hechos malos que enfrento y, de esta forma, no dejar que mis sentimientos e impulsos se apoderen de mí y me dominen.
El afecto, el expresar sentimientos, solidarizarse y luchar juntos para no dejar que uno se sienta solo, y así crear la ilusión de que todo es un trabajo en equipo, absolutamente todo eso es substancial para cualquiera. Lo afirmo y recontra dogmatizo que eso influyó significativamente en mí.
Con mi propia experiencia me doy el lugar de afirmar de pie, que los lazos interpersonales influyen notoriamente en la salud de cada uno. Intervienen beneficiosamente.
Valen Oro.
Cada día que pasaba iba descubriendo cosas de mí que jamás había tenido conciencia que existían.
Luché hasta el fin, nunca desistí, mi voluntad se hacía cada vez más grande. Sabía que me iba a costar pero, a la vez, que valía la pena el resultado. Todo el esfuerzo es bueno. Nada de lo que se hace con el corazón y poniendo todo uno, es un desperdicio. Absolutamente nada.
Sea para lograr lo que sea, siempre hay luchar hasta el fin aunque hayan muchos obstáculos en el camino y se piense imposible. Cada día era diferente, de a poco más logros, cada amanecer un nuevo comienzo. Mi deseo más profundo se cumplió, el regalo bendito otra vez se me dio.
Nunca me arrepiento de lo que pasó. No hay pecado más terrible que no haber aprendido nada, por eso no me cuestiono. Lo valioso es que me cultivé como persona, que hoy tengo sueños infinitos, que veo con ojos profundos, más allá de todo lo que se manifiesta. Todavía respiro, siento, mi corazón sigue palpitando, amo, sonrío, disfruto, lloro, abrazo, bailo… como nunca.
No es una reminiscencia perdida ni vacía, es un recuerdo aprendido.
Una dulce y serena espera fueron esos días eternos. Cada noche las estrellas me calmaban susurrándome al oído diciéndome que todo iba a salir bien, que confíe en ellas. Hoy las miro y les sonrío.
En este video puedo transmitir lo mismo pero con imágenes fotográficas:
No hay más palabras que decir, sólo Gracias a todos, por más que muchos no estén en este video.
¡Los amo!
¡Los amo!